jueves, 25 de junio de 2009

Por las dudas

El cogito está precedido de la duda. Su propósito, es decir el de su método, es el de mantenerse, en cuanto de su especulación se trate, en la más cabal certeza. Que la misma no sólo sea la premisa de su pensamiento; además, que dure todo el tiempo que piense, que acompañe sus consecuentes. Esto ya está anticipando la primera de las analogías de la experiencia de la lógica trascendental; ya que le pone al pensamiento la condición de la permanencia de su objeto sin la cual por más despejada que haya sido la duda al concebirse el mismo, no está excluído que ésta se restablezca ya en pensamiento de él, ya en lo que se le sigue.

El error es considerado en la tercera de las Meditaciones cartesianas, es decir, despejada ya la duda metódica. Detengamonos un poco en la teoría que le dedica:

"... investigando cuales on mis errores (que son los únicos que demuestran una imperfección en mí) advierto que dependen de dos causas concurrentes al mismo tiempo: de la facultad de conocer que hay en mí, y de lafacultadde elegir, o de la libertad de arbitrio, es decir al mismo tiempo del intelecto y de la voluntad. Pues por el intelecto sólo, percibo únicamente las ideas de las que puedo formular juicio, y ningún error propiamente dicho se encuentra en lo contemplado precisamente así; aunque quizá existan innumerables cosas de la que no tengo ninguna idea [1], no ha de decirse que estoy propiamente privado de ellas, sino sólo negativamente destituído, porque no puedp alegar ninguna razón para probar que Dios debería haberme dado mayor facultad de conocer que la que me dió (...). Ni puedo preguntar porqué no he recibido de Dios una voluntad o libre arbitrio más amplio o perfecto; porque en verdad no copruebo que esté circunscripto por límite alguno. Y, lo que me parece muy de observar, no hay en mí nada tan perfecto o tan grande que no entienda que también podría ser más perfecto o mayor. (...) Aún cuando la voluntad en Dios sea mayor que en mí, sin comparación, lo uno porque el conocimiento y la potencia adjunto a ella le hacen más firme y eficaz; lo otro por su objeto, ya que se extiende a muchos más que la mía, sin embargo, mirada formalmente y precisamente, no parece mayor; porque consiste solamente en esto: que podemos o no hacer una misma cosa (es decir afirmar o negar, perseguir o huir); o más bien solamente en que, para afirmar o negar o para perseguir o huir lo que se pone a nuestro intelecto, procedemos de tal modo como si no sintiéramos que nos determine a ello ninguna fuerza externa (...).

"De todo esto percibo que ni la fuerza de querer que tengo de Dios, considerada en sí, es causa de mis errores, puesto es amplísima y en su género perfecta; ni tampoco la fuerza de comprender, pues cualquier cosa que entiendo, como debo a Dios el entender, sin duda lo entiendo rectamente, ni puede lograrse en ello que me engañe. ¿De dónde entonces nacen mis errores? De esto sólo: que como la voluntad abarca más que el intelecto, no la contengo en sus mismos límites, sino que la extiendo también a lo que no conozco; en lo cual, como es indiferente, fácilmente se desvía de lo verdadero y de lo bueno, y así me engaño y peco"

Kant retoma también este punto. Pero da la impresión de que admite en la naturaleza misma de la res cogitans, si no una imperfección innata, un peculiar facultad inseparable de su naturaleza. En la introducción de la Críticade la Razón Pura se expresa del siguiente modo:

"Más, sin embargo, esta especie de conocimiento debe, en cierto sentido, considerarse como dado; y la Metafísica es real, si no com Ciencia hecha, al menos en su disposción natural (metaphisica naturalis), porque la razón humana, sin que esté movida por la vanidad de una omnisciencia, sino simplemente estimulada por una necsidad propia, marcha sin descanso alguno hacia cuestiones que no pueden ser resueltas por el uso empírico de la Razón ni por principio que de ella emanen. Esto sucede realmente a todos los hombres, tan pronto como su razón empieza a especular; por esto la Metafísica ha existido siempre y existirá allí donde está el hombre. Así que nuestra cuestión es ahora: ¿Cómo es posible la Metafísica en tando que disposición natural? Es decir: ¿Cómo nacen de la naturaleza de la razón humana en general esas cuestiones, que la Razón pura formula y que por necesidad propia se siente impulsada a resolver?".

Ahora bien. Retomando la analogía de la experiencia mencionada, para aquello que por su naturaleza, menos se presta a la misma, más dificil parece instaurarr esta tradición en el método que la tematice. No es que no se logre, sólo que su explicación --es decir, la de la transmisión de la doctrina-- no puede estar completada por la intervención del objeto como conductor en virtud de su permanencia. Es como cuando Freud, quien pudo sin problemas postular la subsistencia en el adulto de antiguos deseos infantiles, quizo dilucidar la cuestión del "retorno de lo reprimido" tras varias generaciones de su sepultamiento.

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1. E innumerables ideas, sin dudas, de las que no existe ninguna cosa. (Cf. Der Witz und seine Beziehung zum Unbewußten )